Si alguna vez hubo una conversión profunda y fructífera, junto a la de Pablo en el camino a Damasco, fue la de Agustín, cuando en un jardín de la Villa Cassiciacum, no lejos de Milán, en septiembre del año 386, en medio de las más violentas luchas de la mente y el corazón -el nacimiento- de la nueva vida, escuchó esa voz divina de un niño: "¡Toma, lee!" y "vístete del Señor Jesucristo" (Rom. xiii. 14). Es un conmovedor lamento suyo: "Te he amado tarde, Belleza, tan vieja y tan nueva; ¡Te he amado tarde!
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Y he aquí que tú estabas dentro, pero yo estaba fuera, y te buscaba allí. Y en tu bella creación me sumergí en mi fealdad, porque tú estabas conmigo y yo no estaba contigo. ¡Esas cosas me alejaron de ti, que no habían estado, excepto que habían estado en ti! Tú llamaste, lloraste en voz alta y rompiste mi sordera. Brillabas, brillabas y alejabas mi ceguera. Respiraste, y yo respiré, y te respiré a ti. Te probé, y tuve hambre y sed. Tú me tocaste y yo ardo por tu paz. Si yo, con todo lo que hay dentro de mí, puedo vivir una vez en Ti, entonces el dolor y la angustia me abandonarán; enteramente lleno de Ti, todo será vida para mí."
Bautismo de Ambrosio
Recibió el bautismo de Ambrosio en Milán el domingo de Pascua del año 387, en compañía de su amigo y compañero de conversión Alypius, y de su hijo natural Adeodatus (dado por Dios). Impresionó el sello divino en la transformación interior. Rompió radicalmente con el mundo; abandonó la brillante y lucrativa vocación de maestro de retórica, que había seguido en Roma y Milán; vendió sus bienes en beneficio de los pobres; y desde entonces dedicó sus raros dones exclusivamente al servicio de Cristo, y a ese servicio siguió fiel hasta su último aliento. Después de la muerte de su madre, a la que veneraba y amaba con el más tierno afecto, fue por segunda vez a Roma durante varios meses, y escribió libros en defensa del verdadero cristianismo contra la falsa filosofía y contra la herejía maniqueísta. De regreso a África, pasó tres años, con sus amigos Alípius y Evodio, en una finca de su Tagaste natal, en un retiro contemplativo y literario.
Cipriano y Ambrosio
Luego, en el año 391, fue elegido presbítero contra su voluntad, por la voz del pueblo, que, como en los casos similares de Cipriano y Ambrosio, resultó ser la voz de Dios, en la ciudad marítima numídica de Hipona Regio (hoy Bona); y en el año 395 fue elegido obispo en la misma ciudad. Durante ocho y treinta años, hasta su muerte, trabajó en este lugar, y lo convirtió en el centro intelectual de la cristiandad occidental.1
Reformador Lutero
Su modo de vida exterior era extremadamente simple, y ligeramente ascético. Vivió con su clero en una casa de una comunidad apostólica de bienes, e hizo de esta casa un seminario de teología, del que salieron diez obispos y muchos clérigos inferiores. Las mujeres, incluso su hermana, fueron excluidas de su casa, y sólo podían verlo en presencia de otros. Pero fundó sociedades religiosas de mujeres; y sobre una de ellas presidió su hermana, una viuda santa.2 Una vez dijo en un sermón, que no había encontrado en ninguna parte mejores hombres, y no había encontrado en ninguna parte peores, que en los monasterios. Combinando, como lo hizo, la vida clerical con la monástica, se convirtió, sin quererlo, en el fundador de la orden agustiniana, que dio al mundo el reformador Lutero. Vestía el vestido negro de los "nobites" orientales, con una capucha y una faja de cuero. Vivía casi enteramente de vegetales, y sazonaba la comida común con la lectura o la conversación libre, en la que era una regla que el carácter de una persona ausente nunca debía ser tocado.
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